En este último taller decidimos experimentar con la música y las sensaciones que nos produce. Hicimos varios ejercicios: primero cerramos los ojos para percibirla mejor, para vislumbrar qué imágenes y emociones nos hacía evocar; luego la sentimos con todo el cuerpo, jugamos, bailamos y, sobre todo, nos reímos mucho con ella; después, la pintamos, pusimos colores a las notas, marcamos su intensidad, su ligereza, su profundidad, su liviandad, su alegría, su tristeza; finalmente, ¡la pintamos bailando! Tras la experiencia, confimamos la hipótesis inicial de los talleristas, que respondieron desde el primer momento a la pregunta de si se podía pintar la música con un rotundo y unánime ¡SÍIIII!
domingo, 21 de junio de 2009
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