domingo, 26 de octubre de 2008

La Galería. Esculturas efímeras

Estas son las esculturas de Leo, Obsa, José Gabriel, Mikel, Tomás, María, Marina, Isabel, Carmen, Elena, Verónica y Eneko.






La Galería. Dibujos de los cuentos



José Gabriel nos trajo estos dibujos que ilustran los cuentos El lago que un día amaneció congelado y El hombre que tenía un agujero en la cabeza

La Galería. Las manchas: dibujos realizados sobre manchas hechas al azar

.........................................La paloma de Inés
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..........................................Las jirafas de Jordi
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.......................................Chica con marioneta de Inés
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...................................Señor con barba de Eneko
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.............................................La libertad de María
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............................................ Detalle del dibujo de Carmen
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............................................Dibujo de Carmen
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...............................Obra todavía en realización de Isabel
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.........El perro con un sombrero montado en el caballo volador
.........de José Gabriel
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............................................ El dálmata de Leo
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..........................................Mi obra de arte de Marina
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........................................... La ballena oscura de Mikel
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........................................... El dibujón de Obsa
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.............................El mundo de los sueños de Tomás

Surrealismo: esculturas hechas con objetos cotidianos

Continuamos trabajando con el surrealismo. Esta vez construimos esculturas realizadas con objetos cotidianos como plátanos, nueces, tuercas, sartenes, cables, garbanzos, calcetines y un largo etc.

La idea era hacer obras de arte al estilo del artista italiano Arcimboldo, aunque las nuestras eran piezas efímeras. Por suerte tuvimos a Elena y a su máquina de capturar objetos efímeros con nosotros. Hizo un montón de fotos (ver la Galería) y nos ayudó a hacer también las nuestras. Gracias mil, Elena.

El librero de Giuseppe Arcimboldo

La música

Esta semana José Gabriel nos trajo un CD con un cuento, de los cuentos para promover la igualdad de la Comunidad de Madrid, que le gusta mucho porque "tiene sonidos de la naturaleza y relaja". Es verdad: cerramos los ojos y escuchamos el piar de los pájaros...

Además, escuchamos 10 piezas para piano de Erik Satie.

Acerca de Satie
Fue un compositor y pianista francés, uno de los artistas más influyentes del siglo pasado. Al principio la crítica despreció sus obras porque no las comprendía. Fue un músico osado, que preferió que lo vieran como un artesano de la música -como un “fonometógrafo”, decía él, es decir alguien que mide y escribe sonidos- antes que como un artista.

Sus obras son muy modernas para su tiempo. El CD que escuchamos recoge piezas de su primera época, obras de hace más de 100 años, que sin embargo parecen hechas ayer mismo. Es música íntima e insinuante. Cada uno tiene que descubrir qué le hace sentir.

El cuento

El castillo efímero
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A Elena y Jorge

Pero mira que eres cabezota, Andrés. ¿No has visto lo que ha pasado ayer y anteayer? Es de idiotas insistir…

Yo paseaba por el atardecer y la playa con los pantalones arremangados cuando me encontré con esas palabras. Un niño quería convencer a otro de algo, pero al parecer, no había caso. El más pequeño estaba decidido a construir un castillo para siempre, según dijo. Lo haría más lejos de la orilla esta vez. Edificaría un gran muralla a su alrededor y el mar no podría tumbarlo nuevamente. Cavaría un foso para engañar a las olas furiosas.

Como era dueño de mi tiempo, me senté en una roca a mirarlos, aunque no demasiado cerca para no molestar. El viento me traía sus voces y el lente de mi cámara me dejaba ver sus gestos, burlones y empecinados.

El niño llamado Andrés trabajaba muchísimo en su castillo. Decía que era el mejor, aún más bonito que los anteriores y que ya no necesitaba que su hermano –al parecer se refería al niño mayor- lo ayudara. Esta vez, afirmaba, el mar no convertiría su obra en un montón informe de arena. Y si nadie quería volver a ayudarlo, no importaba. Él podía solo. Que el otro no se quejara si luego no lo dejaba jugar con él. El hermano mayor lo miraba lleno de escepticismo. Para ser un niño parecía bastante adulto.

El pequeño trabajaba concienzudamente. La proporción de arena seca y mojada daba la sensación de ser perfecta. Se veía que la mezcla estaba muy dura porque le costaba mucho esfuerzo desmoldarla de los cubos. Uno tras otro, el castillo se hacía enorme. Casi la mitad de alto que el arquitecto. Creo que el mayor empezó a sentir algo de envidia porque se puso muy borde. Llamaba pequeñajo, enano, mocoso, ignorante y cosas por el estilo a su hermano. Pero Andrés estaba a lo suyo. Después de coronar su castillo con palos y plumas, cavó un foso grande a su alrededor y fabricó una muralla a prueba de enemigos, según dijo. Luego sacó unos muñecos de una bolsa y montó una batalla impresionante. Al otro chico se le estaban saliendo las ganas de jugar por los ojos y el pequeño, que debía de ser además de cabezota un buenazo, le dejó ser el enemigo. Así somos los hermanos pequeños.

Seguro que estuvimos un rato largo los tres, ellos jugando y yo también, a mi manera, con mi juguete preferido: mi cámara de fotos. Pero todo lo bueno se acaba y como empezaba a oscurecer salió la madre de la puerta de su casa, enfrente de la playa, y los llamó a cenar. Nos fuimos todos. Andrés echó una mirada a su castillo antes de irse y otra al mar. Me imagino que le lanzaba amenazas y advertencias.

El día siguiente amaneció lluvioso. Perfecto para tomar un chocolate caliente y leer el periódico mientras esperaba a que pasaran las nubes negras. Cuando el sol asomó, me dirigí a la playa a dar mi acostumbrado paseo.

Allí estaban Andrés y su hermano. Y la tragedia. El mar no había podido con el castillo, pero la lluvia lo había desbaratado. Andrés lloraba con rabia y el otro chico, que debía de ser un buen hermano mayor después de todo, lo animaba a levantar otro.

-¡Nunca más voy a hacer castillos! –gritaba el pequeño-. ¿Para qué? Si no duran ni un día…

-Para pasar un buen momento –le contesté yo, que soy un metomentodo incurable.

Pero funcionó. Los dos niños me miraron con curiosidad y Andrés dejó de llorar. Me metí la mano en el bolsillo. Tengo algo para vosotros, dije.

Los dos miraron la foto con enorme curiosidad. Allí, estaba el castillo otra vez, la batalla, sus anchas sonrisas, las plumas-banderas ondeando al viento. Empezaron a reírse y a comentar sus muecas, las posiciones de los muñequitos. Después se acordaron otra vez de mí. ¿Nos la regalas?, me preguntaron. Por supuesto. Parecían muy contentos, listos para irse corriendo a enseñar la foto a su familia.

-¿Quién eres?- me preguntó Andrés antes de marcharse.

-Un paseante. Me dedico a capturar momentos mágicos y efímeros con mi cámara.

-¿Efímeros?

-Efímeros, cosas que duran poco, pero que pueden ser muy hermosas e intensas. Como ciertas mariposas, una taza de chocolate caliente, algunas rosas…

-¿Como los globos?

-Como los globos.

Y Andrés corrió para alcanzar a su hermano. Pero antes me regaló un obsequio efímero, efímero y maravilloso. Un beso suave sobre mi barba rasposa.


domingo, 19 de octubre de 2008

La Galería


Dibujo en busca de autor: Nos encanta. ¿Alguien sabe de quién es?

Carpeta de Inés


Detalle de la carpeta de Inés


Lo que Eneko descubrió en una mancha hecha al azar


Pintura de Obsa

El surrealismo y los cadáveres exquisitos

Continuamos trabajando con el surrealismo, utilizando técnicas (o ejercicios o juegos...) para sacar lo más profundo de nosotros y llevarlo al papel. Una de ellas es la de los cadáveres exquisitos en las que a través de combinaciones insospechadas nuestra imaginación halla nuevas formas de manifestarse.

Los cadáveres exquisitos son el resultado de ensamblar colectivamente un conjunto de palabras o, como en este caso, de imágenes. Es un juego que usaban los surrealistas, quienes pensaban que la creación debía ser anónima, grupal, intuitiva, espontánea y lúdica. Hubo quien le dio otro nombre a esta técnica, como el de poemas al alimón o quebrantahuesos.

La música

Esta semana escuchamos Pasen y Vean. Canciones del Circo, disco elegido por Mikel. Se trata de un CD creado por Julieta Szewach, que acompaña un cuento del mismo nombre, firmado por la escritora y poeta argentina Silvia Schujer. Tanto en el cuento como en las canciones, el circo y sus personajes representan la vida, donde cada quien cumple un papel. Es un disco divertido y hermoso, que vale la pena escuchar con atención. Si lo queréis, lo podéis encontrar en la biblioteca pública de Las Rozas, en el área infantil. Muy recomendable.

Además escuchamos un CD del músico gallego Carlos Nuñez, considerado como uno de los mejores gaiteros del mundo y a quien le interesa mucho la música celta y su fusión con otras músicas actuales.





Marina hizo este dibujo "para la mamá más buena del mundo".

domingo, 12 de octubre de 2008

La Galería











Habemus carpeta





Las manchas

Bruno Munari, un artista italiano, decía que Shakespeare veía caballeros armados y batallas en las manchas de la pared y que Leonardo Da Vinci veía dragones en las nubes...

Detalles de los dibujos aún en proceso de Miki y Jordi, realizados a partir de manchas hechas al azar, una técnica que también empleaban los surrealistas.
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