Llegó el momento de hacer el largo viaje a Ítaca. Las reglas del juego eran sencillas: para ganar, todos tenían que llegar a la meta. ¿Las fichas? Nuestros barcos, claro; esas obras-juguetes que construimos en el taller anterior. El camino iba de la casilla 1 a la 50, pasando por una ola gigante, y estaba lleno de desafíos: preguntas, caprichos de los dioses, pruebas de ingenio y habilidad, sorpresas. El resultado fue que pasamos una tarde divertidísima. Repeterimos.
martes, 23 de febrero de 2010
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