Estos son algunos de los momentos que vivimos callejeando y creando durante casi dos horas y media (¡que se nos quedaron cortas!). Después de haber hablado sobre arte callejero y de haber visto unas cuantas obras en diversas ciudades, preparamos el material que creíamos que íbamos a necesitar y nos pusimos manos (y pies) a la obra. Cada tallerista era responsable de algún tipo de elemento. Por supuesto, en nuestro caso todo era de quita y pón: por ejemplo, para pegar utilizamos celo de doble faz...
Al finalizar la actividad acabamos cansados, pero felices y satisfechos, como las caras que dibujamos con tiza en el empedrado de un parque infantil, donde dejamos más de una huella...
sábado, 23 de junio de 2012
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