Les preguntamos a los talleristas qué era un objeto. Una cosa, algo sin vida, una cosa inerte. Una mesa era, por ejemplo, un objeto y en cambio ,una persona no, ni un gato tampoco. Luego les dijimos que dibujaran un objeto cualquiera. Hubo de todo: ordenadores, mesas, máquinas de escribir, casas, balones, reglas. Por último, les pedimos que humanizaran ese objeto que habían dibujado, que aprovecharan sus características para transformarlo en un personaje. Lo resolvieron, como siempre, de maravilla.
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