Primero jugamos un rato. Había que tocar y describir cómo era lo que estábamos sintiendo, qué nos comunicaba, y adivinar qué tipo de material era: lija, algodón, cuerda, papel seda, cartón rasgado, metal, chapas... Luego aprovechamos todo ello para crear nuestras propias obras matéricas. Los talleristas descubrieron que no sólo era divertido trabajar con materias distintas a las de siempre sino que también podían ser aprovechadas para transmitir cosas.
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lunes, 6 de diciembre de 2010
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